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Mostrando las entradas de 2008

Algunos consejos para ascender a ¡Jefe!

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Las hay mujeres; los hay hombres; los hay altos, petisos, gordos, narigones, pelados… Jefes hay de distintos tipos y personalidades. Sin embargo, y a pesar de las diferencias, esta raza particular tiene ciertas características generales que las identifica y que constituyen elementos imprescindibles de ser incorporados (*). A continuación, un decálogo de pasos a seguir para aquel aspirante a ocupar ese lugar privilegiado: 1 - Sea lo más alcahuete que pueda a cualquier superior. En otras palabras, chúpele las medias (o lo que Ud. crea conveniente). 2- Practique gestos frente al espejo que parezcan que presta atención a los reclamos de sus subordinados. Combínelos con gestos de compasión y compromiso. Total, sólo son gestos, no acciones. 3- Estudie vida y obra de los políticos más representativos de su país. Son verdaderos ejemplos de cómo llegar a la cima con habilidad y descaro. 4- Mienta, dónde y cuanto pueda; tenga presente que cuando ocupe el sillón la hipocresía será su

Mi nombre es Hortensio

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Esta es la historia de un muchacho poco afortunado. Ya de entrada, sus padres, los Pavone, amantes del cultivo de vegetales, frutas y hortalizas en su propia casa de Longchamps, no tuvieron mejor idea que ponerle Hortensio. Sí, como se lee, Hortensio Pavone, a secas, sin segundo nombre. Seguramente se preguntarán por qué condenaron así a su hijo. Bueno, eso es algo que ni Estanislao de la Cruz Pavone , ni Dionisia Petrona Villa de Pavone, jamás aclararon. Pero de todos modos, para los suyos siempre fue “Tomate”, no sólo por el color al que tornaban seguido sus mejillas sino por la dificultad que generaba armar un apodo con su nombre, pues ni “Horti”, ni “Tensi”, ni mucho menos “Pavo” o “Pavito” parecían apropiados. Así, con esa pesada carga, empezó a transitar por el mundo Hortensio “Tomate” Pavone. Hijo único, se crió en esa vivienda del sur del Gan Buenos Aires, una casa blanca, baja y pequeña en superficie, pero con un gran terreno en el fondo donde se hallaba la huerta, aquell

Recuerdos grabados... en un apunte

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21 de junio de 1994. Dallas, USA. Debut de la Selección argentina en el campeonato mundial de fútbol. El rival, Grecia. No era un partido más: Diego Armando Maradona volvía a ser el diez del equipo por cuarta vez consecutiva en el torneo más importante. Quienes pocos meses atrás lo daban por retirado, fueron testigos de la exigente preparación que llevó adelante el "pelusa" para estar presente ese día. Y tanto sacrificio tuvo su recompensa, porque Argentina ganó, gustó y goleó. Fue 4 a 0 y el Diez marcó un golazo, el último que haría para el combinado nacional. El entusiasmo y la alegría embargó a todo el pueblo futbolero. "Con este equipo somos candidatos", se escuchaba por las calles... No era para menos; aquel era un equipo vistoso con figuras como Redondo, Balbo, Caniggia y Batistuta... Por aquel tiempo contaba con 17 años recién cumplidos. Como todo fanático del fútbol y de Diego, en mi cabeza no había otra cosa que el Mundial. Más aún con recuerdos tan pres